Expertos de la Sociedad Andaluza de Cardiologí­a analizan la muerte súbita en atletas jóvenes y de más de 35 años

"La incidencia de la muerte súbita en atletas jóvenes es muy baja: entre uno y tres casos al año por cada 100.000 deportistas. Si bien la muerte de una persona joven es un hecho lamentable, el impacto mediático es mucho mayor cuando se trata de un atleta ya que éste representa un modelo de salud".

Estas son algunas de las declaraciones realizadas en la mesa redonda dedicada a la muerte súbita en el deporte celebrada durante la segunda jornada del XLVI Congreso de la Sociedad Andaluza de Cardiologí­a y en la que participaron los cardiólogos Juan Fernández (Hospital Clí­nico de Barcelona), Francisco Trujillo (Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla) y José López Haldón (Hospital Universitario Virgen del Rocí­o de Sevilla).

"Las enfermedades que causan con mayor frecuencia muerte súbita en atletas jóvenes son las miocardiopatí­as (enfermedades primarias del músculo cardí­aco debidas generalmente a una mutación genética) seguidas de las anomalí­as congénitas de las arterias coronarias. En los atletas de mayor edad (a partir de 35 años), al igual que en la población general, es la enfermedad aterosclerótica coronaria la primera causa de muerte súbita. El deporte de competición actúa como un desencadenador de eventos fatales en sujetos que poseen estas cardiopatí­as" han sido otras de las aportaciones de los asistentes a esta mesa.

En este encuentro se ha puesto de manifiesto la importancia de un dianóstico precoz de estas cardipatí­as, por lo que "todos los deportistas deben pasar un examen médico que incluya un adecuado interrogatorio, una exploración fí­sica y un electrocardiograma. El hallazgo de anomalí­as en este primer nivel de estudio obligarí­a a realizar pruebas más sofisticadas. El entrenamiento de alto nivel que realizan los deportistas de competición puede producir modificaciones en las dimensiones de las cavidades cardí­acas y en el grosor de la pared muscular del corazón. El problema es que estos cambios secundarios al deporte, y por tanto, fisiológicos, pueden solaparse y pueden llevar a confusión con los cambios patológicos que se aprecian en ciertas miocardiopatí­as", por eso se ha insistido en la importancia que juegan las distintas pruebas de imagen y otros estudios cardiacos para distinguir una situación de la otra.