Igualmente, en el caso de que la vivienda tuviera alguna vuelta de cerradura, forzaban la misma con un destornillador o tijera doblada. Para ello, primero seleccionaban la vivienda, comprobaban si había o no moradores y una vez en el interior de los domicilios sustraían efectos de valor fácilmente transportables, piezas de joyería y dinero.
Las detenidas actuaban normalmente en grupo y con un reparto de funciones claramente definido. Utilizaban medidas de seguridad individual y grupal para, de esa manera, evitar la acción policial. Mantenían una vigilancia constante del exterior durante sus actos con la intención de prestar cobertura de seguridad antes, durante y después de sus robos.
Mientras uno de los miembros se quedaba en el exterior, las dos mujeres seleccionaban las viviendas que se encontraban en la parte superior de los inmuebles elegidos, ya que en los áticos, es más difícil que los vecinos las sorprendieran. Las autoras de los robos, entre las que una llegó a usar hasta 13 identidades falsas, memorizaban en los buzones el nombre de los moradores y si eran descubiertas por algún vecino, justificaban su presencia alegando ser amigas de los propietarios al facilitar el nombre de estos.
Una vez cometido el robo, entregaban el botín a una tercera persona, que se encargaba de esconderlo en el interior de un vehículo que abandonaba el lugar. De esta forma, en el caso de ser identificadas las dos mujeres por la policía, evitaban llevar objetos sustraídos encima. La operación, que aún continúa abierta, ha sido realizada por agentes del Grupo V de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Almería. Las detenidas han sido puestas a disposición del Juzgado de Instrucción de Guardia, el cual ha decretado su ingreso en prisión.