La Hermandad del Amor y el Cristo del Perdón protagonistas del martes santo

La Hermandad del Amor realizó a las siete de la tarde de ayer martes su salida procesional por las calles del casco histórico de la ciudad, siendo la única que posesionó hasta que no salió alrededor de las diez de la noche el Perdón, dado que Coronación esta Semana Santa se quedó en su barrio, Los Molinos. Su paso presentó el principal estreno de este 2019. Concretamente en la delantera del costero derecho, el cual ha sido tallado por el artista sevillano Antonio Ibáñez siguiendo así con el proceso de transformación del mismo, el cual fue portado por una cuadrilla de 35 costaleros y costaleras. 
Tras subir la cruz, debido a la poca altura de la puerta de San Sebastián, el alcalde de la ciudad Ramón Fernández-Pacheco realizó la primera levantá del paso en la calle. “Gracias a nuestro alcalde y nuestra corporación por ponerle el nombre de titular al callejón colindante a San Sebastián. Para que el Cristo del Amor siga dándole salud a él, a su familia y a toda la corporación”, dijo el capataz antes de que el primer edil tocase el martillo. 
A las diez de la noche, con el recogimiento y la sobriedad que les caracteriza, la Hermandad del Perdón, asomaba tras las puertas de San Ildefonso iniciando así el Vía Crucis, seguido de un larguísimo cortejo de penitentes con túnicas negras que portaban faroles con los que iluminaron al Cristo del Perdón.
Eran las diez y cuarto de la noche cuando el crucificado asomó, por segundo año consecutivo, por las puertas del citado templo del barrio de la Plaza de Toros antes que la Hermandad de la Macarena con la cual comparte sede canónica.
El toque del silencio sonó por primera vez en la Estación de Penitencia a la salida del portentoso crucificado del Perdón. Después los portadores comenzaron la revirá hacia la calle Nuestra Señora de las Mercedes para seguir por Acosta y adentrarse por una de las calles que no se entendería sin el Perdón, Silencio. Desde allí, como todos los años, llovieron pétalos de rosas rojas sobre las andas de esta imagen tan característica de nuestra Semana Santa, la cual fue flanqueada por cuatro antorchas de fuego.
Los más de 250 penitentes que realizaron el Vía Crucis penitencial, en riguroso silencio, prosiguieron por la calle Murcia hasta llegar a la Plaza de San Sebastián. La hermandad siguió llenando de recogimiento todas y cada una de las calles que recorrió durante su itinerario. Tras pasar por la Puerta Purchena llegó a la Plaza Manuel Pérez García para, tras detenerse a la altura de la Iglesia de Santiago Apóstol, adentrarse en una vía que ya se ha convertido en habitual en los itinerarios de las cofradías almerienses que buscan el epicentro de la ciudad, calle Tiendas.
A las doce y media ya del Miércoles Santo, la cruz arbórea precedida por los citados Esclavos del Bombo, comenzó a subir por la Carrera Oficial almeriense en una estampa única que dejó el estrechamiento producido este año en las gradas del Paseo de Almería. Más espectacular aun fue el paso del Santo Cristo del Perdón por dicha vía, ante muchos espectadores que sentían incluso el vivo calor de las llamas de cerca.
La hermandad prosiguió su caminar por la Puerta de Purchena hasta Pablo Iglesias antes de desembocar por la Plaza Echegaray en la calle de las Cruces. Allí, como suele ser habitual, la corporación paró en su casa de hermandad ubicada en dicha vía. Fue en ese momento cuando uno de los penitentes volvió a interpretar el toque de silencio. Tras este emotivo acto en la sede de la corporación, el Vía Crucis siguió por la Avenida Vilches, Zagal y Beata Soledad Torres Acosta entre multitud de fieles y devotos, especialmente tras el titular, tras el cual se congregó una marea de gente como todos los años.
Pasadas las dos y cuarto de la madrugada, la corporación hizo su entrada en el templo de San Ildefonso no sin antes sonar, por última vez, el toque de silencio en la melodía de una trompeta, y finalizar así este Vía Crucis del 2019.